Te giras en la cama, maldiciendo en silencio al móvil, a la alarma del despertador, al instituto y a ti mismo por elegir un trabajo en el que tienes que madrugar.
Riiiinnnngggggg riiiiiiiiinnnnnnnngggggggg
Entreabres el ojo derecho para buscar la luz del móvil, pero no la encuentras.
Riiiiiiiinnnnnngggggggg
Palpas con la mano en la mesilla, desesperado por acallarlo.
Riiiiiiiiiiinnnnnnnnnggggggggggg
Lo encuentras, pero no está sonando.
Riiiinnnngggggg riiiinnnnggggg
¡Joder! ¿¿Pero qué coño suena??
Riiiiiiiiiiinnnnnnnnnnnnnnnggggggggggg
La pantalla de tu móvil se ilumina, ahora sí, y alargas de nuevo el brazo. Te lo acercas de medio lado, para que la luz no te deslumbre, y ves que te ha llegado un whatsapp.
'Pero abremeeee... ¡que hace frío!'
¡¿Que abra?!
Sales de la cama de un salto y vas hacia la puerta. El telefonillo vuelve a sonar.
Riiiinnnngggggg
Lo coges y respondes, con una voz ronca y adormilada que me resulta increíblemente sexy.
- ¡¿Patty?!
- ¡Joder, claro! ¡Abre! Que hace un frío...
Me abres y empujo la puerta. Subo las escaleras trotando y llego a tu piso. Cuando me oyes llegar, abres la puerta y te me quedas mirando con una media sonrisa entre calculadora y adormecida.
Me acerco a ti con rapidez. Cuando llego a tu altura, me pongo de puntillas y te doy un beso lento en los labios. Notas la frialdad de mi cara. Mis manos se deslizan por debajo de tu camiseta y das un respingo. Las tengo heladas. Río entre dientes.
- Eso te pasa por tenerme esperando... -te digo mientras entro a tu casa y te arrastro conmigo, tirando de tu mano. Me dirijo a tu habitación y por el camino me desprendo del abrigo y de las botas, que voy dejando abandonados como un reguero de pistas.
Siempre tirando de ti, me meto en la cama, aún vestida, y te metes conmigo, medio tropezando con la cama, con las sábanas y hasta con el aire.
- No son las 5, ¿no? No has venido hasta aquí a las 5 de la mañana, ¿no? ¿¿No??
- Anda, ven...
Nos ponemos de lado, mirándonos, y te abrazo con fuerza haciendo que todo tu cuerpo se ponga en tensión por el frío que aún desprendo. Llevo ropa muy cómoda, unos leggins negros y un vestido camisero de color vaquero. Al mismo tiempo que voy entrando en calor, siento cómo tu cuerpo se va relajando, y empiezas a reaccionar. Pasas tus manos por mi espalda, deslizando poco a poco el vestido hacia arriba, hasta que tus manos entran en contacto con mi piel, calentándome en más de un sentido. Una de tus manos la colocas en el centro de mi espalda, los dedos muy abiertos, manteniéndome pegada a ti. La otra la vas bajando como si nada, hasta que encuentras una de mis nalgas. La rodeas, la acaricias suavemente, la amasas un poquito, apartas tu mano un momento y cuando vuelve a entrar en contacto con mi piel es cuando bajas la mano con la fuerza justa para darme un azotito.
- Eso te pasa por... -no te dejo ni acabar, te callo con un beso y te empujo sobre el colchón, me subo a horcajadas sobre ti y te ayudo (obligo) a quitarte la camiseta. Paso mis dedos por tu pecho y me inclino para seguir besándote. Cuando mi lengua penetra tu boca, haces un amago de morderme. Se me escapa una carcajada y mis dedos buscan tus cosquillas.
Estás un poco más despierto, porque tus manos suben con rapidez para bloquear las mías y me las inmovilizas en la espalda con una de las tuyas. Con la otra, vuelves a darme un azotito. Te hago morritos y pones los ojos en blanco, pero sonríes y aflojas tu mano sobre mis muñecas para que pueda escaparme. Rodeo tu cuello con mis brazos y te doy un beso muy sensual, con mucha lengua, muy pausado y buscando tu reacción, que no se hace esperar. Tu polla ha ido creciendo y ahora se perfila bajo tu ropa interior, dura, grande, jugosa, llamándome a gritos.
Deslizo mi mano derecha por tu estómago, separo el elástico de tu slip y lo vuelvo a soltar. Sigo besándote y acoplo mi cuerpo sobre el tuyo de tal forma que tu polla esté alojada entre mis piernas. Separo de nuevo el elástico, lo aparto y lo dejo caer sobre tu piel. Muevo mis caderas en pequeños círculos, muy lentos. Siento cómo tu polla da un pequeño saltito, pero aún no es el momento.
Dejo de besarte un segundo y llevo mis labios a tu oreja. Paso mi lengua por el contorno y te susurro:
- Me muero por comértela, Julián…
Vuelvo a llevar mis labios junto a los tuyos y ahora me besas de forma más urgente, más hambrienta. Colocas tus manos sobre mi cabeza e intentas dirigirme hacia abajo. Me río y con mis manos, dirijo las tuyas a mi culo. Coloco tus manos sobre mis nalgas y me froto contigo, un poquito más fuerte y un poquito más deprisa.
Vuelvo a llevar mis labios junto a tu oreja, te doy un mordisquito y te susurro:
- Todavía no, cielo...
Paso mi lengua por tu cuello, sin dejar de mover mis caderas en círculos. Noto cómo la dureza de tu polla va aumentando. Tus manos siguen en mi culo, pero están lejos de estar quietas. Ahora intentas quitarme los leggins y decido darte ese capricho. Elevo mis caderas y lo deslizas con rapidez, como temiendo que me arrepienta. Cuando vuelvo a colocarme como antes, lo hago con las piernas ligeramente más abiertas, para poder frotarme mejor contra ti. Una de mis manos agarra tu polla por fuera del slip y la coloca para que esté situada exactamente entre mis labios.
- Mmmmmmmm ¡qué polla tienes, cabrón!
Cuando te digo eso, terminas de deshacerte de mis leggins y tus manos vuelven a mi culito, esta vez para descubrir que sólo me cubre un pequeño, y en apariencia poco resistente, tanga negro. Tus labios han encontrado mi cuello y lo recorres llenándolo de besos y mordisquitos. Una de tus manos se cuela debajo de mi vestido y compruebas lo que ya intuías, que hoy tampoco llevo sujetador. Tus dedos no dudan en provocarme y rápidamente tienes mis pezones en pie de guerra, alternando tus caricias de uno a otro sin parar.
Mis manos no se han quedado quietas, acariciándote lentamente la polla la derecha, agarrándote del pelo la izquierda para acercar más tus labios a los míos, respirando tu aliento, susurrando tus palabras.
Mis besos empiezan a apartarse de tus labios, pasando por tu barbilla (donde te doy un mordisquito), deteniéndose en tu cuello, besándolo, chupándolo, mordiéndolo suavemente. Sigo mi camino descendente recorriendo tu pecho con mi lengua. Me desvío hacia tu pezón izquierdo y lo acaricio con mi lengua y con mis labios. Repito la operación con el derecho. Vuelvo al centro de tu pecho y te miro. Me encuentro con tu atenta mirada, que me invita a continuar. Lo hago de buena gana. Mi lengua tantea tu piel y mis labios se van deteniendo por tu estómago, haciendo un camino errático que intuyo que te está poniendo nervioso. No quieres que siga provocándote, quieres que te la coma de una vez por todas.
Siento tu nerviosismo y decido complacerte antes de que tengas que pedírmelo por segunda vez. Mi mano desliza tu slip, esta vez sin tirar del elástico, lentamente. Más... un poquito más... ¡ahora! Tu polla da un pequeño saltito cuando es libre al fin, y yo no pierdo un segundo, la dejo descansar sobre mis labios y mi lengua sale para saludarla. Mis ojos no se pierden tu reacción, y un escalofrío me recorre cuando observo tu reacción: los ojos se te cierran involuntariamente y dejas caer la cabeza, poniéndote en mis manos sin reservas.
Mis labios se cierran sobre tu glande y mi lengua lo acaricia sin parar. Una de mis manos agarra tu polla en la base para dirigirla un poquito más dentro. Mi lengua se mueve lentamente dentro de mi boca, sensibilizando tu piel, y mis labios se aprietan para hacerte sentir más. Sigo dejando que tu polla, poco a poco, entre en mi boca. Ya tengo más o menos la mitad dentro, y paro ahí, quiero saborearla, comerte con tiempo, no precipitarme. Mi mano sube y baja, deslizándose por la parte de tu polla que está fuera de mi boca, mientras mi lengua se ha vuelto mucho más activa acariciándote. Mi otra mano rodea con mucho cuidado tus huevos, como sosteniéndolos, y los acaricia suavemente. Tu respiración ha empezado a acelerarse y espero que eso signifique que estás disfrutando, al menos, igual que yo.
Hago un amago de seguir introduciéndome tu polla en la boca, pero ha sido sólo eso, un amago. En realidad, voy deslizando mis labios lentamente hasta que tu polla sale por completo de mi boca. Con mi otra mano, la sujeto y bajo mi cabeza, pasando mi lengua con rapidez por tus huevos, acariciándolos y haciendo que tu piel se erice. Vuelvo a dejar que tu polla invada mi boca, esta vez dejando que entre más, todo lo que puedo, más o menos tres cuartas partes. Coloco mi mano alrededor de tus huevos y presiono ligeramente. Mi lengua te da toquecitos con ritmo irregular y mis labios presionan sobre tu piel. Deslizo mis labios arriba y abajo, una y otra vez, aumentando la velocidad. El sabor de tu líquido preseminal inunda mi boca, y supone un aliciente para esforzarme más en la mamada.
Colocas una de tus manos sobre mi cabeza y presionas ligeramente para darme a conocer tus intenciones. Obediente (que a veces lo soy) dejo deslizar tu polla dentro de mi garganta un poquito más y sientes cómo tu polla se choca con mi campanilla y la sobrepasa. Escucho cómo contienes el aliento. Elevo mi mirada hasta la tuya y con la mejor cara de viciosa que sé poner, hago el movimiento de tragar. ¿Lo has notado en tu polla? ¿La forma en que mis músculos se contraían en torno a tu polla?
Parece que sí, porque ahora tienes ambas manos sobre mi cabeza y tu cadera sube de vez en cuando, intentando acelerar mi ritmo, intentando que tu polla consiga entrar entera. Me dejo hacer y ahora ya tus movimientos de cadera esporádicos empiezan a convertirse en pequeñas embestidas. Me agarro a tus muslos y te dejo hacer mientras me follas la boca, sintiendo cómo mi saliva empapa tu polla y resbala cada vez que tu polla sale de mi boca. Te escucho gemir y jadear, casi gruñir al final y sin avisarme, como sabes que me gusta, me das lo que he venido a buscar: te corres en mi boca. No te contienes, y tu leche, espesa, baja por mi garganta y se acumula en mi boca. El primer latigazo cae directamente por la garganta y el resto se esparce por mi boca. Al sacar tu polla de mi boca, una solitaria gota de semen brilla sobre tu glande. Dejas deslizar tu polla por mi cara y esa gotita pasa a estar en mi mejilla. Con la boca aún abierta, y la lengua extendida, te miro, cierro la boca y con una cara de placer puro e intenso, me trago toda tu leche.
Me incorporo como puedo y me recuesto sobre ti. Con un dedo, recojo la gotita que se me ha escapado y la acerco a tus labios. Insaciable, no dejo que te toque y la recojo con mi lengua segundos antes de darte un beso profundo y pasional.
- Ahora duerme, cielo... -te digo mientras hago que te acurruques contra mí. Te escucho respirar fuerte en menos de tres minutos. ¡Qué mono!, pienso. No sabe que esto era sólo el aperitivo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario