martes, 25 de septiembre de 2018

La ducha


Como me dijiste, dejo la puerta de la habitación sin seguro. No sé cómo vas a conseguir otra llave, pero no quieres que me preocupe por eso. La verdad, me pone un poco nerviosa no poner el seguro, aunque si me lo pides tú, cedo (como sabes que haría) y lo hago. Con una sonrisa, me permito añadir. Creo que hay pocas cosas a las que me negara si me las pides con esos ojos...


Como me dijiste, coloco mi ipod con los altavoces en el baño y pongo la lista de reproducción que me mandaste y me hiciste prometer que no escucharía hasta este momento. Quieres sorprenderme, mimarme, cuidar hasta el último detalle. Suena esa canción que me pasaste, la que me gusta tanto. Sonrío, pensando que aún en la distancia lo estás consiguiendo.



Como me dijiste, enciendo unas velas y las voy repartiendo por el baño, me gusta el olor que dejan a su alrededor, me gusta la luz que desprenden, me gusta el color de mi piel con su luz... Creo que has tenido otro acierto en la planificación...




Como me dijiste, coloco mi cámara en frente de la ducha, de tal forma que cuando pulse el botón, se grabará todo lo que pase en los próximos 40 minutos. Sé que te excita verme, por eso, una vez que lo pulso mis movimientos se vuelven más cuidados, más sensuales. Aunque no creo que pueda mantenerlo mucho tiempo. Me giro y miro a la cámara. Te lanzo un beso y dejo de 'actuar'. Vuelvo a lo mío.




Como me dijiste, a la hora convenida, abro el grifo y regulo la temperatura. Me gusta caliente, pero no en exceso. Me meto bajo la ducha y dejo que el agua resbale por mi cuerpo. No sé si le pasa a todo el mundo, pero yo cuando me ducho siempre tengo los pezones duros. Quizá sea por este tipo de duchas, que luego se me quedan en la memoria y hacen que asocie el agua con los orgasmos que me provocas. Pero me pone muy caliente acariciarme lentamente, dejar que el agua me recorra, que me acaricie, que me relaje, y que me tense en los sitios correctos.


Como me dijiste, utilizo el gel con aroma de vainilla. Casa perfectamente con el aroma de las velas, y todos mis sentidos están siendo mimados al mismo tiempo. Pongo el gel primero en mis manos, las froto entre sí, y luego las voy pasando por mi cuerpo. Mis piernas primero, acariciando mis muslos. La tripita después, pasando a la parte baja de la espalda. Los pechos. Me entretengo. Me dejo llevar. Empiezo a acariciar mis pechos, a amasarlos. Cierro los ojos. Pienso que lo hago para ti, mientras me miras. Estoy empezando a entender el por qué de todas tus instrucciones, ahora entiendo que todas ellas me conducían a este preciso momento, al momento en que me siento muy cachonda y anhelo tu cuerpo junto al mío, tus dedos sustituyendo a los míos, tu boca dándome el aire que voy a empezar a necesitar en breve si sigo así.

Vuelvo a echar gel en mis manos, sintiéndome especialmente traviesa. Pongo bastante, sé que va a llevarme mi tiempo. Froto mis manos muy despacio, anticipando lo que va a venir. Recuerdo que la cámara está grabando, así que la miro fijamente y le dedico una sonrisa que es la tuya, para que sepas que mientras hago todo esto no puedo dejar de pensar en ti.

Llevo mis manos a mi entrepierna y acaricio con el gel mis ingles. Tengo las piernas entreabiertas, y aunque no es la postura más elegante del mundo, me siento sexy. Paso las manos con el gel, llenas de espuma, por mi pubis. Mi piel está erizada ahora que intuye lo que voy a hacer. Voy moviendo mis manos cada vez con menos lentitud hasta que las llevo entre mis labios. Los abro delicadamente y cuelo uno de mis deditos. Los dedos de la otra mano han descubierto mi clítoris, y lo acarician rítmicamente, haciéndome disparar todas las alarmas. Dejo que otro de mis deditos acompañe al primero y ahora ya los muevo con más fuerza dentro de mí. Me muerdo el labio inferior sin darme cuenta. Cierro los ojos y pienso que son tus dedos los que me arrancan los gemidos que inundan el baño del hotel.

Siento tus labios en mi pezón y sonrío, en medio de la bruma que cubre mis pensamientos. Tu pelo me roza la clavícula. Tu muslo se coloca entre mis piernas, rozando mi piel. Tus manos acarician mi culo.

Espera.

Abro los ojos de golpe y allí estás. Tu ropa se acumula desordenada al pie de la bañera. No había escuchado la puerta, no te he escuchado entrar, no te he escuchado desvestirte, me has sorprendido por completo. Al ver mi cara de sorpresa, me sonríes, me besas y bajas tus manos para apartar con suavidad las mías. Te colocas detrás de mí, siempre situándome para que mire a la cámara. Me rodeas con tus brazos, pegándote a mí, haciéndome sentir tu erección. Llevas tus manos, tus (maravillosos) dedos a mi coñito. No me haces esperar porque has visto en mi cara cómo me tienes. Metes dos dedos, con firmeza, con la fuerza exacta que necesitaba para soltar un jadeo. Empiezas a moverlos rápido, sin darme un respiro. Los dedos de tu otra mano rodean mi pezón y lo pellizcan. Tus labios se pegan a mi cuello. Mis manos revolotean sin saber qué hacer, necesito agarrarme. Las paso hacia atrás como puedo y alcanzan, por poco, a agarrar la parte superior de tus muslos. Me aferro a ti. Tu lengua, tus dedos en mi pezón, tus dedos en mi coñito... todos los movimientos son ahora acompasados, rápidos, fuertes, hipnotizantes. Mi cabeza descansa sobre tu hombro hasta que siento tus labios abandonar mi cuello y buscar mi boca. Abro los ojos de golpe y allí estás, a menos de un centímetro, esperándome, leyéndome, sabiendo que estoy a punto. Me acerco a besarte y tu lengua sale a mi encuentro. Los dedos que me están follando aceleran ahora y bajas tu otra mano para frotar mi clítoris. Mis gemidos se escuchan casi con eco a pesar de estar besándote. Abro la boca apartándome unos milímetros de ti, me tienes tan cachonda que necesito respirar. Pero no me dejas, invades mi boca con tu lengua como tus dedos hacen en mi coñito. Dejas de frotar mi clítoris para darme pequeños toquecitos con las yemas de tus dedos que me hacen estallar en un orgasmo intenso y sonoro, me dejas agotada, jadeando, abrumada por la intensidad de tus caricias. Me dejas jadeando. Pero no me dejas. Sigues ahí, sosteniéndome. 

Sigues besándome, ahora más pausado. Con delicadeza, me incorporas y me das la vuelta. Diriges mis manos hasta la pared de la ducha, lo cual me desconcierta un poco. Me tiemblan las rodillas, ha sido muy intenso, necesito descansar.

Pero eso no entra en tus planes, porque en cuanto me has colocado con el culito en pompa, siento tu polla, dura y empapada, darme un cachete en el culo. Siento cómo la pasas por mis nalgas, no te veo pero que sé que tienes la mirada fija en mi culo. Me das un cachete y giro la cabeza para mirarte. El deseo inunda tu mirada. ¿Qué vas a hacer ahora conmigo?

1 comentario: